Hoy nos convoca, como cada año, una fiesta que en nada es ya comprendida, y que es el claro ejemplo, primero, de la decadencia en la que vivimos, segundo, en el vestigio del orden natural jerárquico y tercero, de la clara representación de lo que ha convertido el mundo. hablamos entonces del carnaval
En una entrada anterior ( ver: De la situación actual y el símbolo del Bufón) asomamos de forma general el significado del carnaval, en esta nos proponemos ahondar en el asunto. Para muchos es increíble que el pasado, en una sociedad en donde supuestamente la mano férrea de la iglesia dominaba todo, se diera y viviera una fiesta como el carnaval, en la cual hasta los mismos clérigos tomaban parte, y muy activa. ¿pero por qué esto? Se pregunta el moderno de turno, el acercamiento limitado, reduccionista y absurdo de la persona promedio de hoy al dar una mirada al pasado solo conlleva a una ignorancia asombrosa, una que sería inesperada para muchos idealistas modernos que creyeron ciegamente en la mentira del progreso y el diabólico supuesto de que el ser humano a medida del paso del tiempo se hace cada vez mejor- lo que no más que una falacia.
Este asunto, como otros, estriba en que para mirar al pasado hay que comprender la naturaleza tradicional de las antiguas sociedades y el entendimiento simbólico que poseían, y hablo de entendimiento para no decir inteligencia, ya que esto último, es decir el entender lo que es la posesión de una inteligencia simbólica, es una tarea casi imposible para el ser humano actual.
Es entonces necesario dar respuesta, desde el punto de vista de la tradición y el simbolismo a la forma de ver el mundo y el orden por parte de nuestros antepasados del medioevo para así entender que es el carnaval y el modo de actuar tan peculiar, que se estilaba por parte de autoridades religiosas y seculares de aquel momento.

¿El carnaval de que trata?
Para las sociedades de corte tradicional y sobre todo para la cristiandad en el medioevo, la jerarquía se imponía como verdadero modelo del universo, viviéndose plena y simbólicamente, esto trajo consigo el orden, el cual en la realidad es inquebrantable, muy a pesar de la situación subversiva de hoy. Este orden alcanzó su punto máximo justo en la edad media y no se presentó laxo, como en muchas ocasiones, fue el orden en la antigüedad, que no en todos los casos era una imagen del orden celestial, como fue entendido en la cristiandad y antes de esta en el antiguo Egipto. Pero ese orden para ser completo reclama un pequeño instante de intentos de caos. Bajo esta consideración, en la edad media este orden, es decir la jerarquía ,era entendida, bajo uno de sus aspectos simbólicos, como una esfera la cual nos muestra que en su borde habitan monstruos, gigantes, formas de extraño aspecto, seres de frontera, un borde que se caracteriza por ser el inicio del mundo invertido, siendo ese el final del nuestro y el inicio de ese otro mundo a la inversa. Y es el carnaval el momento o la fiesta que nos daba a experimentar ese mundo invertido, ese pequeño instante de caos que hablábamos y que consigo permitía, por un momento, la entrada temporal de estos monstruos o seres asombrosos. Así esta fiesta funcionaba como válvula de escape, para liberar la presión que se ejerce las fuerzas del caos sobre el orden
La razón del desenfreno, del cual hablaremos más adelante, se debía a que a posterior y con la celebración del miércoles de cenizas, se ejemplificaba el inicio de la restauración del mundo, de la vuelta al centro, de la vuelta al orden, la vuelta al centro exige la abstinencia, que en el caso de la cristiandad se daba en la abstinencia pre-cuaresmal, cuarenta días de purificación, Por tanto es el tiempo en que a todo lo extraño, a lo que se le permitió cabida en este mundo debe necesariamente volver a su lugar, desde el miércoles de Ceniza, que se sitúa cerca de la fiesta de año nuevo para las civilizaciones anteriores a la nuestra, en la primavera, era cuando se daba inicio a un nuevo ciclo. El carnaval al darnos la posibilidad de experimentar el borde, el extremo, nos daba la oportunidad de tener referencia del centro y del orden; y de desear permanecer en ese orden; con esto se lograba tener la percepción del aspecto no deseado por ninguna alma en aquellos tiempos y era la vivencia del infierno. Si bien la representación común del mismo es la del sitio de los sufrimientos y las penas, el infierno también era entendido como el lugar de la confusión recordemos el Decidere de la Misa de Requiem, “non confundar in aeternum”, por tanto, el carnaval también era una prueba, en cubierto, del aspecto contrario al orden y la jerarquía. Pero no fue la única fiesta con ese propósito, con un matiz diferente pero con el mismo objetivo el Halloween, el all hallow eve, recurría a experimentar otros aspectos de lo contrario y de lo exterior pero basado en el horror y miedo ( ver: Halloween consideraciones)
Pero el carnaval tan común en la edad media fue prohibido en la edad moderna, en especial en los países protestantes (craso error). Esta prohibición, por inofensiva que parezca, trajo consigo que esta válvula de liberación, en donde el desorden es experimentado pero a su vez se le da un escape, trajo una excesiva represión que buscó mantener a raya todo los aspectos básicos que son parte del sistema que son las sociedades, a su vez la sociedad no pudo seguir experimentando, desde la ausencia, lo que es el centro y el orden, la falta de esta válvula de escape nos trajo al mundo de hoy, mundo que tiende cada vez más al caos, porque, aunque parezca irónico, la excesiva represión ( la era victoriana es un buen ejemplo) ayudó a la pérdida del centro, sumado a la negativa de toda experiencia tradicional en la sociedad del progreso. La búsqueda posterior de la liberación ( y su muy famoso liberalismo) permitió que se instalaran en el propio mundo ese mundo del borde y consigo la inversión que esto trajo. Los monstruos se hicieron parte de una mezcla extraña que nos llevó al caos, y con esto otros monstruos se hicieron lugar, siendo estos los verdaderos inspiradores de las cosas terribles que hoy vemos. porque no cabe duda de que nuestro mundo es en sí un carnaval, confusión y mezcla, pero también es el lugar que se ha visto habitado por los monstruos y sus costumbres horrendas, no busque esos monstruos en sus aspectos físicos, ellos viven en las mentes y corazones de muchos, no es de extrañar que esta sociedad carnavalesca busque entonces legalizar las drogas o la pederastia, signos claros de la irrupción de los ángeles caídos (monstruos).
Por otro lado, alguien puede argumentar que hoy día sí se celebra el carnaval, pero esto es falso, en el caso del carnaval de Rio lo que se celebra es el libertinaje y la sobre sexualización, se da un culto inverso al cuerpo, con connotaciones lujuriosas, en fin una fiesta de bajos instintos, por otro lado el de Venecia, la pompa de la soberbia es la que tiene lugar; ni hablar de la vanidad que hace destrozos internos hoy día, la cual se trata de blanquear y proclamar como diosa en dicha celebración. Lo que tenemos hoy como supuesto carnaval no es más que otra forma de exposición de la decadencia de este mundo. Por otro lado, así como el carnaval de hoy no es ya carnaval del mismo modo las actuales ferias de juegos, ni siquiera los circos viajantes son como antes.
Las ferias nos sirven de ejemplificación de lo que el viaje al borde significa, al final del mundo o del ciclo, alejado del centro, no irónicamente vemos como en varios juegos, como la rueda y el centro, son los que predomina siendo así claramente ejemplificados. En este microcosmos, en perspectiva, vemos en él muchos juegos que giran, carruseles, ruedas, otros juegos como el barco etc. Siendo todas estas representaciones de giros, de rotación, más y más rotación, eternos giros sin sentido, que llevan al entretenimiento, giros que promueven solamente la distracción y entretenimiento de cada uno, sin ningún otro objetivo. Pero , por otro lado, si nos dirigimos a un circo seguiremos viendo los giros, pero ahora desde la acrobacia, si bien hoy día ejecutado por gimnastas o profesionales o personas dedicada a esta noble actividad, la verdad es que en el pasado aquel que en su mayoría realizaba estos giros acrobáticos no era otro sino el bufón o mejor conocido como el payaso.
Pero ¿de dónde provenía toda esta algarabía?, ¿esta locura?, con estas dudas nos toca entonces ir al pasado y entender de donde proviene la fiesta cristiana del carnaval.

Las fiestas en el medioevo.
Hay dos fiestas que destacan y que a lo largo del tiempo fueron asociándose al carnaval, aunque en su origen y hasta el siglo XIII se celebraban entre los días de navidad hasta el carnaval, solo será a finales de este mismo siglo y hasta el siglo XVI cuando quedaran totalmente relacionada a la fiesta antes del miércoles de cenizas.
La primera de que hablaremos es la fiesta del asno. Esta fiesta que por su nombre ha llevado la imaginación de algunos en ver en sus antecedentes a Apuleyo, la verdad es que es una fiesta medieval en todo el sentido, en ella es un asno el protagonista , sobre el cual se ha recalcado mas su supuesto significado pagano, en detrimento de su significado simbólico, del cual habla Fulcanelli[1] “ la fiesta del asno… Nuestro glorioso Cristóforo era honrado en un oficio especial… Parodia grotesca que el sacerdote, incapaz de comprender, aceptaba en silencio, inclinaba la frente bajo el peso del ridículo que vertían a manos llenas aquellos burladores del país de saba, o caba ¡los cabalistas en persona!” considerando sinceramente que buena parte de los sacerdotes de aquellos tiempos no eran ignorantes del significado profundo de dicha fiesta, como insinúa el alquimista, es importante puntualizar que no por poseer un significado hermético este no se contrapone ni anula el gran significado cristico y teológico que posee dicha fiesta.

Por el Oficio de Beauvais de principio del siglo XIII tenemos una descripción explicita de esta fiesta, la conocida como asinaria festa. En las primeras Vísperas, los clérigos entraban en una procesión que presidia un asno, mientras se le cantaba el conductus, cantico de acompañamiento, una de las tres formas musicales del ars antiqua junto con el organum y el motete, que se convertía tal día en el llamado Conductus asini, haciendo repetición del estribillo “hez, hez, hez, sire asne , hez” las estrofas cantadas aludían en tono de alabanza a un asno fuerte y bello, que habría pasado desde el Jordan hasta Belén, más veloz que las gacelas y los dromedarios, tirando de un pesado carro, para acabar revelando con un repetitivo amen que estaba saciado de hierbas.
Por otro lado, se nos dice [2] que en otro manuscrito del siglo XII se alude al asno como “hermano asno” viendo se en esto la relación con un Benidicamus del siglo XIII en que los asini no seria otro que los subdiáconos. Esto se comprueba en un par de rubricas de un manuscrito de finales del siglo XI que comenta un repertorio del norte de Francia en donde le subdiácono es el asini de la fiesta[3], esto relacionaría la fiesta del asno con la fiesta de los locos, de la que hablaremos más adelante.

Por otro lado, el canónico, también de la catedral de Beauvais, Foy de Saint-Hilaire, nos da detalle de la fiesta del asno, relatando que en aquel día se elegia una bella muchacha que, con un niño bajo el brazo, se montaba en un asno para salir en una procesión desde la catedral hasta la iglesia de San Esteban. El asno entraría en el templo montado por aquella Virgen con su niño; que asistirían a una misa festiva, en la cual el párroco en vez de decir “ite missa” rebuznaba tres veces “hin han” a lo que la feligresía contestaba con similar sonido. Acto seguido se habría vuelto en procesión a la catedral. Pero el momento más original del ritual está en la entonación de la prosa del asno, en la cual sobre na trama común mas o menos grosera se introdujeron ciertas fantasías, como, por ejemplo, unos gritos que ensalzaban las virtudes del asno, puntuados por el mismo estribillo y pronunciados por un ritmo marcado. Por otro lado, un obispo de Sens[4] transcribió estos canticos, que instan al asno a cantar y llenarse la boca de heno y avena. Al igual que en el oficio de Beauvais, los canticos ensalzaban al asno cananeo de Samaría que atravesó el Jordan para pasar a Belén siendo más rápido que los animales del rededor, como ya comentábamos. Es el asno que lleva también los presentes de los Reyes Magos, el oro, el incienso y la mirra, y posee un fuerte símbolo cristico en cuanto a la huida a Egipto por parte de la Sagrada Familia.
No nos dejemos engañar, estas referencias reverenciales son solo una parte ya que luego de esto comenzaba la mezcla de actos claramente burlescos. El asno era sacado de la iglesia y se clocaba en frente de una especie de establo en el cual se mezclaba cebada con su tallo, trigo y paja, así se procedía a aguijonearle en los cuartos traseros y amenazarle con un basto diciendo “ Asno ya repleto de grano, di amen, amen otra vez y desprecia la vejez”[5] con cantos del tipo salmodia, con rizas y algarabía y al rito del grito evohé[6] los chantres anuncia solemnemente el comienzo del oficio ( justo fuera del templo cuando ya se había celebrado la misa del asno) es cuando se inicia la mezcla de momentos alegres y jocosos, la diversión y la seriedad con tópicos heterodoxos a lo que se sumaba plegarias piadosas escogidas del todos los oficios del año se dan lugar, La noches y el festejo se hace larga. Los Maitines son triplicados, separados en tres nocturno o velas. Entre unos y otros lo clérigos se refrescaban, con vino claro está, y al asno se le daba de comer y beber ( no dudo que entre lo que se le daba de beber al asno se le diera un poco de la pócima de Baco) después en plena noche era conducido a la nave de la catedral y allí los fieles acompañados de ciertos clérigos menores, danzaban a su alrededor imitando sus rebuznos, tras lo cual el animal es conducido de nuevo al coro, figurando el Conductos ad ludos, allí se entonaban canticos que exaltaba el nacimiento de Cristo y su inmaculada concepción, se celebraba su entrada triunfal en Jerusalén el día de pascua, así finalmente, el burro era sacado en un cortejo. En el acompañamiento al atrio se suceden cantos danzas juergas y bromas, como aquella famosa de echar cubos de agua sobre la cabeza del sochantre, ¡pobre autoridad reducida a la burla! Así el desfile burlesco y las costumbres jocosas toman la calle hasta el amanecer. Fiesta de inversión completamente, todos son llevados al nivel del animal y este considerado protagonista, las autoridades (chantre) es la principal auspiciadora de la diversión, de la fiesta y consigo del desorden, el templo, la imagen del templo, es la sede del jolgorio, símbolo de la entrada al centro de los seres de frontera, de la irrupción de lo irracional, de lo inverso en el orden, en la jerarquía, todo esto celebrado, la válvula era abierta, se permitía su participación, la crisis que puede suscitar el excesivo orden, en nuestra encarnación caída, es liberada y se da espacio para que el orden de nuevo sea añorado, mientras tanto todo es algarabía. Pero había otra fiesta que exponía mejor la inversión en donde las autoridades eclesiásticas tenían un gran protagonismo como guías del rebaño, era necesaria su participación para que dentro de los limites del orden el desenfreno no fuera total ( aunque no se puede negar que algunas escenas de corte obsceno protagonizadas por amantes ansiosos o casuales no eran ajenas a estas fiestas) hablemos ahora de la fiesta de locos.
De ella Fulcanelli[7] comenta “ la Fiesta de los locos – o de los sabios-, kermesse hermética procesional , que salía de la iglesia con su papa, sus dignatarios, sus devotos y su pueblo- el pueblo de la Edad Media, ruidos, travieso, bufón desbordante de vitalidad, de entusiasmo y de ardor- y recorría la ciudad… Sátira hilarante de un clero ignorante sometido a la autoridad de la ciencia disfrazada”, si bien como en el caso de la fiesta del asno no coincidimos en la supuesta ignorancia del clero antes el significado y simbolismo de la fiesta, si estamos de acuerdo en el doble o triple trasfondo de la misma, su significado hoy mas que nunca se les escapa a muchos.
La Festa stultorum, conocida como fête des fous en Francia, fiesta de locos en España, feast of fools en Inglaterra y Narrenfest en Alemania, es como era conocida las celebraciones carnavalescas que tenían lugar en las calles y plazas donde la gente se daba cita con disfraces coloridos , estruendos de cascabeles y cencerro, cantos, bailes y coplas tenían lugar y en general todo tipo de diversión inusual, pero dichos festejos también tenían lugar en catedrales e iglesias, conventuales, en las que celebraciones extraordinarias tenían lugar y muchas veces merecieron la critica de los altos dignatarios.
Para los ojos de alguien de hoy puede llegar a la conclusión que todo el mundo en el medioevo se hubiera vuelto loco durante esos días. Los clérigos se ponían máscaras y se disfrazaban ridículamente, mientras que cantaban coplas picaronas, campesinos, artesanos, tenderas, todos participaban haciendo uso de trajes alocados al mejor estilo de bufones, payasos todo con el objetivo de burlarse de las autoridades, ninguna convención quedaba al margen de esta parodia. Los Frailes pedigüeños emulaban a los obispos en ropajes y andares pomposos mientras que los campesinos se burlaban de los aires de superioridad de los cortesanos, en fin la inversión en pleno.
Pero dentro de esta fiesta hay otra celebración que, en ciertas partes de Francia, podemos decir, se sumaba y era la conocida como la fiesta del báculo. En diferentes parroquias se acostumbraba a dar lugar de preponderancia al subdiácono, festa subdiaconorum, en la cual se elige a uno de ellos y se le daba el titulo de maestro del báculo[8], titulo usado solo en esta fiesta, parece tener ciertos elementos propios que eran parte de inventarios de iglesias como lo atestigua uno de la catedral de Châlon en el cual se describe un “báculo de madera pintado con el puño de marfil, que llaman el báculo de la fiesta de locos”[9]. Este maestro del báculo debía escribir un listado de los subdiáconos de su iglesia, así como de los diáconos y cualquier otro clérigo seleccionado para los oficios del día. Los subdiáconos entonces eran nombrados locos, pero no siendo los únicos que participaban del ambiente de locuras. En la hora nona, el magister baculi convocaba a los hermanos, a los clérigos y a los niños del coro. Al son del sonido de las campanas todos eran reunidos en una especie de capitulo chistoso para elegir a su obispo, es decir el que será la cabeza de tan animado desorden, clara alusión a la inversión de la jerarquía, tras lo cual el maestro del báculo entona el Te Deum Laudamus y el recién elegido obispo es conducido al altar, y es justo en este instante cuando los locos y bufones toman protagonismo, en Châlon se conservan crónicas sobre esta fiesta que son bastante descriptivas “ finalizada la conducción del obispo al altar, uno de los locos dice el versículo A Domino Factum est istud, y otro loco la oración Pretende Domine fámulo tuo dexteram celestis auxillii ut te toto corde… después dos o tres de los locos conducen a su obispo al palacio episcopal”. A posterior el maestro del báculo justo con otros tres locos llevan al falso obispo hasta la casa del obispo, en donde se recibía al obispo de los locos. Luego era llevado a la catedral y de allí el falso obispo luciendo los distintivos episcopales daba comienzo a las vísperas y es a partir de allí en donde la fiesta tomaba cierta libertad ( no podemos dejar de lado la realidad del desenfreno y libertinaje) y se hacía saber a todos los presentes, por parte del chantre, que a partir de ese momento son los locos los que ejercen la potestad de la celebración.
En la hora prima se realizaba una de las cosas más disparatadas conocida como el juicio de los locos , en el cual el maestro del báculo debe escuchar las faltas de diáconos y subdiáconos y someterlo al juicio de sus tres locos acompañantes, y el enjuiciado debía cumplir con la loca penitencia impuesta por los supuestos desquiciados. Esta fiesta causo grandes impresiones en aquellos que tuvieron la oportunidad de vivirlas, pero por otro lado destaca la presencia de aquel que era el verdadero protagonista de todo esto y es el loco bufón, esta fiesta es la del payaso en todo sentido. Ya que lo cómico viene explicitado por la oposición grotesca entre las vestimentas episcopales y la lectura del libro sagrado, con un animal vil, como vimos en la fiesta del asno, o en el caso de la fiesta de locos de un pseudo obispo con vestimentas estrafalarias, lo que se convierte por una parte en una crítica directa pero también, simbólicamente, la expresión de la inversión y la entrada de lo extraño, grotesco, y de aquello que esta más allá de los bordes de la jerarquía y del orden, es una forma que voltear o invertir carnavalescamente lo más sagrado y lo hace con rasgo claro y visible externamente, con formas que no dejan duda que son parodia de lo sacro y puro.
Pero hay otra característica del loco que queda patente y era norma y lugar de estas fiestas, y es la carcajada la cual brotaba al oír palabras profanas, soeces, y a menudo en doble sentido cuando lo que se espera es un discurso sagrado. Así el mundo se torna una gran parodia en esos días, el discurso entonces es el arma de la exposición de aquello que se relega del centro de la jerarquía, lo coloquial, lo llano y a veces obsceno entonces es usado para generar el sentido de paradoja común de la inversión
Es así como siendo un personaje cómico el bufón loco seria entonces el representante y verdadero experto en el domino del lenguaje improvisado e irreverente, sin estar sujeto a normas reinaría en los días de la locura y el carnaval
Y es importante aquí la asociación del bufón y la palabra reinar, es decir el payado y el rey, el loco bufón y el Emperador. Si consideramos por un momento iguales al loco bufón y aquel que vive bañado en el espíritu de su tiempo, pues entonces tenemos casos de aquellos que siendo la viva imagen de su época provocan el restablecimiento del orden a través de sus acciones, un caso claro en la escrituras es el Rey Salomón, el hombre sabio que tuvo bastantes vivencias de su época, que no calificaríamos de las mejores sobre todo las carnales, pero que al final impuso el orden- ¡construyendo el templo!- su accionar, fácilmente punible , al final sirve para un propósito mayor, de esto está plagada la historia y el antiguo testamento sirve de simbolismo claro de aquellos que siendo en parte un claro exponente de su época, de sus pecados, sus fallas y desorden, al final dejan como resultado la instauración de un verdadero cosmos.
Esto se expone en forma simbólica, pero claramente, cuando se compara la carta del loco o el bufón y la del emperador en el tarot de Marsella, el loco tiene vestimentas inversas a las del emperador, uno tiene un centro el otro un cayado, uno descansa sobre el trono el otro emprende el camino, uno tiene el águila en el escudo el otro un perro que le roe el muslo, uno tiene un simple gorro el otro viste una corona. Es así como el bufón, aquel imbuido en los desmanes del desorden, esconden en sí al rey dormido, aquel prometido que traerá de nuevo el orden cuando los cambios de marea y la situación sea la adecuada, – esto nos trae a la mente al personaje de Aragorn- un pequeño gesto una pequeña accion traerá todo de nuevo a su lugar.

Nos toca esperar, amigo lector, porque nuestro mundo de hoy es todo un carnaval, el nihilismo imperante, la moralidad religiosa, la protestantizacion de la iglesia, el buenismo galopante, entre otras cosas; han dado paso a que el desorden sea la moneda común hoy día, esto solo nos deja claro que llegará el momento de la irrupción del orden, y al ser irrupción será de forma violenta, el payaso que hoy impera dará paso al verdadero reino y a su Rey -Emperador, considerando esto solo nos queda recordar las palabras del Verbo – cuando vean estas señales y estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca-.
[1] (Fulcanelli, 1967) El misterio de las catedrales
[2] (Sticca, 1988) The Planctus Mariae in the dramatic tradition of the Middel Ages
[3] (Arlt, W 1970) a feast office of the Middle Ages au Beauvais in its liturgical and musical significance
[4] (Heers,J. 1988) Carnavales y fiestas de locos
[5] (Heers,J. 1988)
[6] A lo que el pueblo respondía : ¡este día es celebre entre los días celebres! ¡Este día es de fiesta entre los días de fiesta!
[7] (Fulcanelli, 1967)
[8] No se sabe muy bien si el maestro del báculo era un subdiácono u otro clérigo ver Hurault
[9] (Heers,J. 1988)