El Símbolo del Ojo

Uno de los grandes impedimentos de la egiptología es lograr comprender verdaderamente el significado y transcendencia de los jeroglíficos, mientras se piensen en ellos solo como un abecedario y nada mas entonces la profundidad y el conocimiento que los mismo transmiten quedaran para siempre en el olvido. A este respecto Schwaller fue muy crítico; lo que siempre le granjeo la enemistad de más de un egiptólogo oficial, a este respecto comentaba “No hemos entendido hasta ahora los medios de expresión y la línea de conducta del pensamiento faraónico, Los sabios de aquella época lo han dicho todo, pero en figuraciones y aplicaciones, no en escritos discursivos, que sólo tienen valor investigativo para una mentalidad racionalista.”

Este tipo de figuraciones y aplicaciones se hace evidente en el simbolismo del ojo, el cual se basa en las medidas y volúmenes egipcios, los cuales hacen referencia tanto al hombre como a la Tierra, y los medios simbólicos que eligió Egipto para expresar sus medidas reflejan su profundo conocimiento de las relaciones entre las propias medidas y aquellas facultades humanas que de entrada permiten medir al hombre.

Figura 1. Oudja, también conocido como el Ojo de Horus. Dibujo de Lucie Lamy

Siendo, como ya comentaba, quizás el ejemplo más llamativo y convincente de ello el ojo, Oudja. El ojo proporciona al hombre acceso al espacio, al volumen, y, en consecuencia, a la medida. En Egipto, el símbolo del ojo está compuesto por aquellos símbolos que representan las diversas fracciones del hekat ( ver figura 2). el cuál era la medida usada para la medición del trigo y la cebada, esta relación no es arbitraria y casual y responde a profundas razones.

Es importante señalar que los símbolos, y en este caso los jeroglífico, exponen su significado a tres niveles, uno físico y práctico dirigido al mundo de la materia, otro psíquico e intuitivo dirigido al mundo del alma, y el ultimo que posee el significado, el origen y la razón de lo creado y proviene del mundo del espíritu. Hoy día los egiptólogos y académicos solo han dado con una parte de lo que revelan los jeroglíficos, en un punto gris entre lo material y lo psíquico, pero más allá de eso es imposible su avance por los mismos parámetros limitantes que bañan su pensamiento positivista y hasta cierto punto cientificista.

Por tanto, para poder exponer lo que en parte se puede saber del significado del símbolo del ojo, reúno aquí un texto íntegro de R.A Schwaller de Lubicz, tomado de su gran trabajo Le temple de l’homme[1], en el cual expone todo el significado que se puede obtener hoy de dicho símbolo, incluso la razón matemática del mismo[2], además para ayudar en la clarificación del mismo sumo los comentarios de Lucie Lamy, hijastra de Schwaller, con quien trabajo por casi 25 años[3] ( 15 años en Luxor y otros 10 en la edición y publicación del gran trabajo de su padrastro).

Por último, estaré sumando solo algunas aclaraciones adicionales para que el lector, y el interesado en este tema, pueda lograr el mayor entendimiento posible, de igual forma sumamos notas aclaratorias al final del texto, debidamente numeradas, que pedimos al lector las siga por que aportan información adicional de importancia. Pasemos entonces con la traducción integra del texto de Schwaller de Lubicz sobre el símbolo del ojo.

EL SÍMBOLO DEL OJO

 El ojo es el único nervio que sale a la superficie del cuerpo, el único que podemos observar en función viva. Florece en una esfera llena de un líquido cristalino blanco. Es sensible a la luz, al efecto del fuego, y reacciona a los colores. Es el sentido que nos informa directamente del volumen y que demuestra la función de la inteligencia a través de la creación, existiendo una unificación y a la vez un intercambio entre los dos ojos.  El ojo es el sentido del día, es decir, del sol visible. El ojo derecho es, como lo es el lado izquierdo del cerebro en el hombre, sensible a lo que es positivo y afirmativo, mientras que el ojo izquierdo está relacionado con el lado derecho del cerebro y es sensible a lo que es negativo. Hay un cruce entre los ojos izquierdo y derecho y los lóbulos derecho e izquierdo del cerebro. El centro del nervio óptico es un canal vacío que conduce la energía nerviosa vital. Estas son ya razones suficientes para motivarnos a utilizar el ojo como símbolo de, entre otras cosas, para la capacidad de volumen. El animal con cerebro óptico es el ave, y entre las aves el halcón (en Egipto) corresponde mejor al conjunto de nobles cualidades que pueden simbolizarse como «ojo».

 Los dos ojos son nuestras luminarias. Mientras que uno es solar, el otro es lunar en función, pero ambos, sin embargo, pertenecen al sol, ojo izquierdo al sol de la mañana, la derecha al sol de la tarde (Hathor, en concordancia con la luna), y esto en razón de sus naturalezas.

 De la misma manera que el tacto nos informa de la materia, la vista ( la luz) revela el volumen, es decir, un espacio en concreto.

La constitución del ojo muestra que el «fuego» de la luz debe ser neutralizado por la naturaleza acuosa del humor acuoso y el cuerpo vítreo, el aspecto Amonniano[4]de la vida.

 El fenómeno de la visión es una reacción a la luz filtrada por el iris, luego el «fuego», neutralizado por el cristalino, golpea los conos y bastones complementarios de la retina. Si no ocurriera esta reacción, el fenómeno de la luz nunca existiría para el centro óptico intelectivo del cerebro. Funcionalmente, este proceso completo constituye el «ojo de Ra», la emanación reactiva de la retina es la luz verdadera, la vibración electromagnética, o los fotones, son la actividad impulsiva, la energía mecánica activa, y la luz que vemos es la energía vital reactiva. El efecto físico y químico de la luz sólo existe a través de algunos fenómenos reactivos similares, pero estos efectos sólo son visibles (al ojo) después de esta génesis vital. Es así que el sol, el ojo de Ra (y no Atón, el disco solar) emana una luz invisible que nutre al mundo; esta luz invisible, la energía vital luminosa, hace posible nuestra inteligencia de la luz activa, visible, nuestro conocimiento de la luz.

Esto concierne al esoterismo del símbolo del ojo. A estas explicaciones se suma el símbolo de la génesis representada por el ojo y en la que, como en toda generación, interviene el cristalino amniótico. El mito dice que es desde las lágrimas de Ra, el Agua salada evocada por el Fuego solar, que fueron creados los seres humanos.

VOLÚMENES FARAÓNICOS

Es el prejuicio de nuestra mentalidad moderna exigir del conocimiento faraónico algunos escritos explicativos, y esta es la causa de nuestra ignorancia sobre el verdadero saber de los Antiguos. No hemos entendido hasta ahora los medios de expresión y la línea de conducta del pensamiento faraónico. Los sabios de aquella época lo han dicho todo, pero en figuraciones y aplicaciones, no en escritos discursivos, que sólo tienen valor investigativo para una mentalidad racionalista. Así, su sistema de medida de volúmenes es y sigue siendo un enigma para esta mentalidad, mientras que vemos estas medidas explicadas a través de números. Estos números nos conducen infaliblemente hacia las bases de la armonía musical que tradicionalmente se sabe que son las mismas que usaron los pitagóricos para explicar todo el sistema del mundo. Como representante actual del Anthropocosmos, el hombre ofrece a través de su cuerpo las unidades de medida como el codo, la mano y el dígito para las unidades lineales, el remen (el brazo) para las unidades de superficie, y el codo cúbico que designa el volumen de referencia.

Estos son elementos de medida, pero estas medidas están tan vivas como el propio cuerpo humano entero. Ahora bien, vida significa alteración rítmica, siguiendo las leyes de la armonía; esta alteración rítmica crea a partir de estos compases una función y una generación como fenómeno. Solo los números pueden expresar esto porque es imposible dar expresión a la interdependencia del volumen, el tiempo y la música en una esquematización.

LOS VOLÚMENES DEL EGIPTO FARAÓNICO

El codo mide el volumen inicial, que es un codo cúbico. La khar representa dos tercios de un codo cúbico. Recordemos aquí el principio de la relación de espacio y esfera. El hekat, una nueva unidad (en valor de tiempo), representa la trigésima parte del codo cúbico, hay tantas de estas nuevas unidades como días en el mes faraónico del año vago (360/12=30)

El hekat considerado como una unidad de capacidad para la medida de los gramos (por lo tanto de carácter lunar), se dividió en sesenta y cuatro partes. Los símbolos utilizados para expresar estas subdivisiones se derivan del antiguo mito según el cual Seth fragmentó el ojo de Horus. Posteriormente Thoth (Mercury, Hermes), simbolizado por el ibis, milagrosamente «llenó» o «completó el ojo, reuniendo sus partes para que el ojo adquiriera su título de «el ojo completo» o «el ojo sano». De los dos ojos, es entonces el lunar el que se identifica con la medida del volumen.

 El hekat se divide en 1/2, 1/4, 1/8, 1/16, 1/32 y 1/64. Estas fracciones sumadas juntos hacen 63/64 faltando 1/64 […]” (Ver Figura. 2)


Figura 2. Oudja dividido en las fracciones que lo constituyen y son parte de su símbolo. El ojo da acceso al espacio; es decir, al volumen, y, por tanto, a la medida. En Egipto, las secciones del ojo son los caracteres jeroglíficos que representan a las fracciones de 1/2 a 1/64. Las diversas panes suman un total de 63/64. (La suma de las sucesivas divisiones será siempre menor que la unidad, excepto en el infinito, lo cual resulta perfectamente coherente con el pensamiento egipcio: sólo el absoluto es uno). 

De lo expuesto por de Lubicz es importante considerar la figura 2, ya que en ella se esquematiza las fracciones que dan el valor final del ojo Oudja, como unidad de medida 63/64, pasemos ahora a los comentarios de Lucie Lamy:

“Los Ojos del Ser Supremo son los símbolos de la luz, las luminarias gemelas del cielo: El Ojo derecho del Ser Supremo es el Sol y su Ojo izquierdo es la Luna. El Ojo derecho es el sol visible que da luz y calor vitalizador, pero también el fuego que quema. Es importante señalar que, aunque representado bidimensionalmente en los bajorrelieves como un disco, el sol se reconoció como un globo, al igual que el ojo mismo es esférico.

 El hombre siempre ha sido cautivado por la luna y sus fases. Su desaparición mensual, su aumento y disminución. han sido objeto de innumerables leyendas que en Egipto todas se relacionan con el Ojo izquierdo. La más conocida de estas fábulas es la del Ojo de Horus que es herido por su eterno antagonista Seth. Thoth, Maestro de la Escritura, de las Ciencias y del Tiempo, cuyos animales sagrados son el ibis y el babuino, asume muy a menudo el papel de separar a los dos combatientes. El ojo herido debe ser sanado y sus partes unidas; y esta tarea también la lleva a cabo Thoth, quien así forma el Oudja (o el Ojo completo y sano).

La aritmética egipcia se basaba en la dimidiación[5] – reducción a la mitad-, más que en la suma, y ​​el ojo juega un papel en la notación. El hekat, la unidad de volumen utilizada en la medida del grano, está representado gráficamente por el ojo Oudja , y sus fracciones por los trazos individuales del glifo

Así el Ojo lunar está en la base de la medida tanto del tiempo, por la lunación que define el mes, como del volumen, por su fraccionamiento. Es interesante recordar que, si bien la visión a través de un ojo es suficiente para la percepción de la distancia, solo cuando los ejes oculares de ambos ojos convergen podemos formar la noción de espacio tridimensional y por lo tanto de volumen. Los egipcios también tenían una explicación para la luz de la luna, «la luz de la noche, el ojo izquierdo… que sale por el este, mientras que el globo del sol está por el oeste» (lo que implica que la luna refleja la luz del sol[6]). También está escrito que la luna es invisible cuando está demasiado cerca del sol. En otras palabras, en el momento de su conjunción con el sol (luna nueva), la luna es invisible, y en el momento de la oposición (luna llena) es el espejo del sol. Apropiadamente, los egipcios a menudo fabricaban espejos de mano en forma de un disco ligeramente aplanado con la imagen de un ojo en el centro. El mango representa el Ouadj, planta de papiro, símbolo del ensanchamiento del corazón

Figura 3. Disco solar Aton

Independientemente de todas las explicaciones casi científicas, basadas en las fases de la luna, que se puedan ofrecer, el mito del Ojo de Horus, recuperado después de ser arrancado por Seth, sigue siendo esquivo. Este Ojo simboliza la luz divina aprisionada en la materia, que debe ser liberada. Así se dice que el Ojo es el asiento del alma y es todopoderoso, pues posee en sí mismo los medios para esta liberación. A través del cruce de las fibras nerviosas en el quiasma óptico, la mitad izquierda del cerebro ve con el ojo derecho y la mitad derecha con el ojo izquierdo. Este entrelazamiento de percepciones nos hace conscientes de los objetos y de sus formas. Así, el Ojo está relacionado en el pensamiento egipcio con las divinidades de la costura (tejido), con sia[7] (o saa), el conocimiento, y con Sia, la divinidad del conocimiento, cuyo nombre está escrito jeroglíficamente como un trozo de tela, porque el ojo, nuestro medio predominante de obtener conocimiento, comparte el principio de cruce por el cual se hace un tejido.

Sin embargo, incluso el enriquecimiento que llamamos conocimiento debe ser ‘sublimado’ y llevado a un nivel superior, porque el conocimiento puramente cerebral es tan mortal como el instrumento, ais, el cerebro, mediante el cual se adquiere. ¿Es entonces en aras de esta ‘sublimación’ que interviene el Ojo Enfurecido, el tercer ojo, que el Creador colocó en su frente y que toma la forma de una cobra lista para atacar? Este es el Ojo que se volvió todopoderoso en el momento en que ‘echó raíces’

Entre ciertos lagartos, los lacertianos (algunos de los cuales habitan en el valle del Nilo), hay un tercer ojo real, ‘arraigado’ en el cuerpo pineal, que está situado justo detrás de las ‘capas ópticas’ debajo de la corteza cerebral. Poco se sabe aún hoy sobre el cuerpo pineal y sus funciones. Ciertos autores de la época de Galeno (131-201 dC.) consideraron que «debe servir como una compuerta que regula la cantidad de espíritu necesaria para mantener el equilibrio psíquico».

Este espíritu, la luz espiritual trascendental que los antiguos egipcios llamaban akh, requeriría un volumen completo para la descripción de sus cualidades. Sin embargo, un extraño pasaje en los Textos de las Pirámides nos dice que el Rey ‘absorbió las siete cobras frontales [uraei] que luego se convirtieron en las siete vértebras cervicales que comandaban toda la columna dorsal’. Estas cobras, que escupen fuego, recuerdan al Kundalini ‘serpiente-fuego’ de la tradición hindú, y este pasaje también parece referirse a algunos de los centros vitales o chakras, uno de los cuales ocupa precisamente el lugar del real uraeus en la frente. .

Así, el Ojo evoca los medios de percepción de la luz en todas sus formas, desde la luz física del sol y la luna hasta la luz del conocimiento y la iluminación interior del Espíritu despierto. Y el uraeus[8] es el símbolo magnífico de todos los poderes relacionados con esta triple concepción”.

Figura 4. Uraeus del rey Tutankhamon

Consideraciones finales

Del texto de Schwaller podemos extraer algunos aspectos muy importantes, que quizás sean la ejemplificación clara del hecho, que, desde el punto de vista hermético, explica el “cómo” de la constitución de lo creado es decirTodo en la naturaleza es triple en principio y dual en naturaleza”.

Aquello que algunos llaman la teoría hermética de los elementos, no es una teoría ni siquiera un modelo, es la realidad de la conformación de lo creado, tres aspectos y dual en naturaleza que conforman todo, es quizás este texto de Schwaller en donde mejor se expone esto, cuando el hermetista asevera:

“El fenómeno de la visión es una reacción a la luz filtrada por el iris, luego el «fuego», neutralizado por el cristalino, golpea los conos y bastones complementarios de la retina[…] Funcionalmente, este proceso completo constituye el «ojo de Ra», la emanación reactiva de la retina es la luz verdadera, la vibración electromagnética, o los fotones, son la actividad impulsiva, la energía mecánica activa, y la luz que vemos es la energía vital reactiva”.

Por tanto, los principios herméticos serian, una energía funcional la cual en si misma consigue su resistencia, a la primera se le llamó azufre a lo segundo mercurio, la interacción de ambos hasta su neutralización es la forma, lo que llamaron sal. Y es en la visión en donde esto es mejor se explica, como expone Schwaller lo que ocurre es la neutralización de la luz en el cristalino ocular, esto a través de los conos y bastones da lugar a que esa neutralización, es decir la forma, sea transmitida al cerebro y este lo traduzca en aquello que llamamos imagen. Este proceso encubre el accionar de una energía oculta, que los alquimistas también llamaron fuego, el fuego volátil, el cual alimenta todo, pero, ese mismo todo, cosmos, no lo percibe directamente ( es el mismo éter de los antiguos); esto se atestigua en lo que dice Schwaller en referencia al símbolo del ojo de Ra, la emaciación que abarca a la luz es la causa de la reacción en nuestro ojo, esta emanación reactiva se expone a través de la vibración electromagnética o fotones, que sería la fijación del fuego, es decir la actividad que impulsa, lo que conlleva a la neutralización que es la captación de la luz que vemos, es decir el producto que nuestro hermetista llama energía vital reactiva. Es este proceso el que se repite en todo, desde la interacción de los átomos y partículas hasta en la formación de las galaxias y es lo que llama Schwaller Génesis Vital, que consta, siempre, de una energía original, que en sí posee su propia resistencia, que al chocar con esta misma genera una forma, aspecto ultimo observable, cuantificable, y con el que interactuamos en este mundo. Considerando esto es que cobra sentido la sentencia “El mito dice que es desde las lágrimas de Ra, el Agua salada evocada por el Fuego solar, que fueron creados los seres humanos”.

Por ultimo un comentario de Schwaller deja la puerta abierta para indagar en la idea hermética y platónica de la tripartición del cosmos, el cual en su mundo intermedio, como bien explica el  Dr. Smith[9], su sola existencia, de aquel mundo que está (Smith) sometido al tiempo pero no al espacio, tiene profundas implicaciones para la física ya que esto permite dar base a una rigurosidad ontológica que probaría la imposibilidad de la física de Einstein y es esto lo que esta encerrado en esta frase de De Lubicz “El hekat, una nueva unidad (en valor de tiempo), representa la trigésima parte del codo cúbico, hay tantas de estas nuevas unidades como días en el mes faraónico del año vago (360/12=30)” por tanto el volumen, es decir el espacio, seria igual al tiempo, pero, por el momento, sobre esto no profundizaremos ya que el abarcarlo nos dara para escribir varias entradas.


Jhon Carrera


[1] (Schwaller de Lubicz) The temple of Man, Tomo I, pag. 108-109

[2] Hoy día he tenido la oportunidad de ver en la red como se ha hablado sobre el aspecto matemático del Oudja y las matemáticas, basadas en fracciones, del antiguo Egipto considerando el papiro de Rhind, el asunto es que fue Schwaller quien hizo un estudio exhaustivo del mismo y demostró la naturaleza basada en números fraccionarios, además del valor del Oudja y su uso en el cálculo del volumen, hoy ligeramente incluso matemáticos reconocidos dicen que la matemática Egipcia fue un error, ya que no es de base decimal, citan y comentan el trabajo de Schwaller sin hacer mención a él, esto no es más que la posición baja e irrisoria que toma la academia al enfrentarse con aquel que demuestra sus errores y sesgos, lo único que hacen los “académicos” es descalificar y ningunear

[3] Andre Vanderbroeck ( Al-kemi, cap. 6) comenta que Schwaller tenía una gran estima por su hijastra reconocía en ella una gran capacidad intuitiva, propia de la energía femenina, la cual servía para una comunicación, en palabra de Schwaller, más allá de los sentidos usados para reconocer la realidad tangible, lo que permitió que Lucie generara los dibujos y gráficos de los jeroglíficos presentes en el templo de Luxor con una calidad extraordinaria, además de permitirle acceder al significado de muchos de estos. En sus últimos años de vida Lucie fue quizás, y tal vez todavía hoy, la persona con el mayor conocimiento in situ sobre textos y jeroglíficos egipcios, siendo por tanto el ejemplo a seguir por los egiptólogos, aunque hoy sea prácticamente desconocida para ellos.

[4] Desde el punto de vista de Schwaller, Amón más que un neter sería la representación del medio informe que a través de la interacción con la energía funcional (espíritu) da lugar a la forma. En el caso de la visión, en el ojo el acto de ver se da cuando el fuego de la luz (energía funcional/espíritu) se neutraliza con la materia informe, húmeda y fría, humor acuoso ( mercurio, Amón) esto da lugar al acto de ver, forma final o sal.

[5] En Heráldica la dimidiación es el sistema integrador de las armas del padre y la madre. Con este sistema se parten las armas, normalmente por su vertical, mostrando la mitad diestra (la izquierda del observador) de las primeras armas y la mitad siniestra de las segundas armas. Es decir, la unión de mitades.

[6] Esto que parece una sutileza dice mucho del conocimiento astronómico egipcio, en otras culturas más recientes se asumía que la misma luna generaba la luz que emitía.

[7] Para la egiptología Sia se entiende como la personificación de la intuición, tanto Schwaller como Lucie dejan claro que sia o saa en realidad tratan del conocimiento intuitivo, diferente y contrapuesto a nuestro pensamiento racional.

[8] Uraeus es el “adorno” en forma de serpiente usado en las coronas de los dioses (neterus) y faraones del antiguo Egipto

[9] (Smith) The Vertical Ascent: From Particles to the Tripartite Cosmos and Beyond

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